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San
Alejo
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En Siria
vivió por 17 años dedicado a la oración y a la
penitencia. Mendigaba para vivir y para ayudar a
otros. Cuando se descubrió que era hijo de una
familia rica de Roma, Alejo temió que le rindieran
honores y regresó a Roma, a casa de sus padres y
les pidió que le dieran un trabajo. Estaba tan
cambiado que no lo reconocieron. Allí vivió por años
de incógnito, como un criado, durmiendo debajo de
una escalera. Todo lo aceptaba con humildad y lo
ofrecía por los pecadores. Siendo todavía
relativamente joven, enfermó en su cueva construida
bajo la escalera y moribundo, reveló a sus padres
que era su hijo y que había escogido vivir aquella
vida por penitencia. Los dos ancianos lo abrazaron
llorando y lo ayudaron a bien morir. Cuando el
obispo se enteró del caso, mandó exhumar el cadáver,
pero no se encontraron más que los andrajos del
"hombre de Dios" y ningún cadáver. La fama del
suceso se extendió rápidamente. |
Antes
del siglo IX, se había dado en Grecia al "hombre de
Dios", el nombre de Alejo. Aunque se tributaba ya
cierto culto al Santo en España, la devoción a San
Alejo se popularizó en occidente gracias a la
actividad de un obispo de Damasco, Sergio,
desterrado a Roma a fines del siglo X. Dicho obispo
estableció en la iglesia de San Bonifacio del
Aventino un monasterio de monjes griegos, y nombró a
San Alejo co-patrono de la iglesia. |
En el
siglo XV, los Hermanos de San Alejo le eligieron por
patrono y, en 1817, la congregación de los Sagrados
Corazones de Jesús y de María le nombró patrono
secundario. También en el oriente le profesa el
pueblo gran devoción y aun le llaman "el hombre de
Dios." En 1217 se encontraron unas reliquias en la
iglesia de San Bonifacio, Roma, pero ningún
martirologio antiguo y ningún libro litúrgico romano
menciona el nombre de San Alejo, el cual, según
parece, era desconocido en la Ciudad Eterna hasta el
año 972.
Murió el
año 430. |
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