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Santa
Eulalia |
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Habiendo
llegado a la pubertad, hacia los doce o trece años,
llegó a los oídos de los barceloneses la noticia de
que la persecución contra los cristianos volvía a
arder de nuevo en todo el Imperio, de manera que
quienquiera que se obstinara en negarse a sacrificar
a los ídolos era atormentado con los más diversos y
espantosos suplicios.
Los emperadores romanos Diocleciano y Maximiano, que
hablan oído contar la rápida y maravillosa
propagación de la fe cristiana en las lejanas
tierras de España, donde hasta entonces había sido
tan rara aquella fe, mandaron al más cruel y feroz
de sus jueces, llamado Daciano, para que acabara de
una vez con aquella superstición.
La niña sintió un gran disgusto por estas leyes tan
injustas y se propuso protestar entre los delegados
del gobierno. Viendo la mamá que la jovencita podía
correr algún peligro de muerte si se atrevía a
protestar contra la persecución de los gobernantes,
se la llevó a vivir al campo, pero Ella se vino de
allá y llegó a la ciudad de Mérida. |
Durante
la persecución de los cristianos en la región,
Eulalia escapó de la casa de campo donde sus padres
la habían encerrado para que no se entregase a las
autoridades, abiertamente confesó su fe y fue
entregada al martirio. Fue víctima de diferentes
tormentos y murió en la cruz. De acuerdo con la
tradición, uno de estos tormentos consistió en
lanzarla rodando dentro de un tonel lleno de vidrios
rotos por la calle (actualmente llamada -Bajada de
Santa Eulalia-), donde hay una imagen de la Santa en
una pequeña capilla. |
Dice la
leyenda que fue clavada desnuda en una cruz de forma
de ´X´ (forma conocida como cruz de Santa Eulalia).
En aquel momento para preservar su intimidad le
crecieron los cabellos y comenzó a nevar. |
Fue
canonizada y se considera Santa tanto por la Iglesia
Católica Romana, como por la Ortodoxa.
El culto de Santa Eulalia se hizo tan popular que
hasta el gran San Agustín hizo sermones en honor de
esta joven Santa. |
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