En Cesarea, Mauritania, San Fabio,
se negó a llevar la bandera del
gobernador en una junta de la
provincia
porque llevaban las efigies de los
emperadores Diocleciano y
Maximiliano. Eran imágenes que
intentaban divinizar a estos dos
jefes supremos del imperio. Una vez
que se dieron cuenta de que no
tomaba parte en la parada militar,
lo llevaron a la cárcel y, como
permaneciese fiel en la confesión de
Cristo, fue condenado a muerte por
el juez (303/304). |