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El Papa
presidió solemnemente las fiestas de Navidad, y
luego exhortó a los feligreses a mantenerse firmes
en la fe, evitando caer en las herejías.
Paralelamente, el emperador Justino se mantuvo firme
en su decisión, lo cual enfureció al rey italiano
quien mandó a llamar al Papa Juan y lo encerró en un
oscuro calabozo. Los constantes maltratos y
suplicios sufridos por el Santo Papa en la cárcel,
junto con otros mártires más, provocó su muerte a
los pocos meses de haber sido tomado
prisionero,
era el 18 de mayo de 526 en Rávena. Junto con el
Papa fueron martirizados también sus dos grandes
consejeros, Boecio y Símaco. |